Se trata de un tema que con el transcurso de los años se va agravando.

El estado en que se encuentran las mayorías de las veredas, genera que los vecinos deban caminar sobre la calzada, con los peligros que esto implica.

Y mayores aún son los inconvenientes que sufren quienes tienen alguna restricción en sus movimientos, y deben utilizar sillas de ruedas, muletas, trípodes o bastones.

Se trata de una responsabilidad compartida entre la desidia del propietario y la inacción del Estado para intentar corregir la situación.

Sería interesante abrir una discusión pública sobre la cuestión y poder debatir las posibles soluciones.

Quizás como primer paso, desde el Ejecutivo municipal se podría comenzar por poner en condiciones las aceras de los edificios públicos, para luego sí, comenzar a planificar que hacer con las viviendas particulares.

Hacemos la salvedad que para ilustrar esta nota de opinión, sólo recorrimos la zona céntrica, teniendo bien en claro que en todos los barrios, este problema es aun de mayor gravedad.