Los chicos otra vez son objeto de las miserias de la política. Se trataría de un crucigrama o sopa de letras con resoluciones que se referirían en forma agraviante al presidente Macri y a la gobernadora Vidal, que un profesor de la materia Construcción de la Ciudadanía, habría repartido como tarea a sus alumnos de las escuelas Ensna, Técnica y Secundaria de Rafael Obligado.

Fue denunciado públicamente por los concejales rojenses de Cambiemos, quienes aclararon que esto fue hace unos cuatro meses y que luego de informar a las autoridades educativas del distrito, optaron por mantenerlo en reserva a los fines de preservar la investigación y lograr, según manifiestan, una sanción para el docente cuestionado.

Esta noticia trascendió rápidamente los límites de nuestra ciudad, para verse reflejada en varios medios nacionales y provinciales.

El nombre del profesor que habría sido responsable de este hecho es conocido por todos pero nadie lo dice públicamente, ni siquiera los propios denunciantes ni sus defensores más entusiastas.

Nos llegamos a una de las instituciones nombradas, donde si bien no están en condiciones de confirmar nada, si reconocieron que la Inspectora Distrital estuvo oportunamente recabando información sobre el tema. Asimismo recogimos testimonios de docentes y alumnos que en absoluta reserva manifestaron no haber visto el crucigrama en cuestión, ni siquiera los de los cursos invocados que serían de 1ro a 3er año.

Resulta lamentable no solo el hecho puntual, en el caso de comprobarse, sino también las reacciones que ha generado en quienes lo condenan y quienes lo justifican.

Olvidan ambos la cuestión más importante; la educación de nuestros jóvenes.

Y esta no es una opinión, es un relato de lo que sucede en la realidad.

Por un lado los que denunciaron ven solo los agravios que reciben sus líderes, hecho condenable por cierto, pero callan cuando estos gobernantes toman medidas que no permiten a los chicos el acceso a una educación digna, quitando derechos básicos que lo único que logran es aumentar su rebeldía contra la sociedad toda.

Y quienes justifican esta actitud del profesor, lo hacen utilizando más agravios aun, sin una mínima reflexión sobre comportamientos propios del presente y del pasado reciente que también se han aferrado a la utilización de los chicos.

Todos ponen el grito en el cielo ante una fotografía de alumnos con los políticos de turno, pero en cuanto tienen la oportunidad hacen exactamente los mismo que señalaban como incorrecto. Eso tiene solo un nombre: hipocresía.

Un mal común a muchos seres humanos, pero que aquí hace mucho daño, porque como algunos de ellos dicen; con los chicos no.

Y cerramos remarcando que estas palabras no constituyen una interesada opinión para quedar bien con este o aquel, sino que es un lamentable relato de la realidad, cuyas consecuencias ya se están observando en las propias escuelas con conductas que los docentes de vocación están batallando todos los días para corregir.

Es algo más serio que una sopa de letras, su condena y su defensa.