En primera persona

Lo que quedó de la Expedición El Plata-Vallecitos 2010

Por Raúl Rossi

 

Estábamos ya en el campamento del Salto de Agua a 4200 mts sobre el nivel del mar, nos habíamos acostado preocupados pues teníamos una importante nube de cumunus limbus frente a nosotros, amenazante, ubicada sobre el valle y si avanzaba sobre nuestro campamento el tiempo desmejoraría, con posibilidad de hacer fracasar la expedición.

A las 2 de la madrugada comenzamos a llamarnos desde una carpa a otra, eran tres en total, al despertarnos comprobamos que la nube no se había movido, el cielo estaba plagado de estrellas, corría una suave brisa y el tiempo estaba inmejorable.

Durante la primer media hora aun en la bolsa de dormir y sentados, lentamente comenzamos a hidratarnos, para evitar el efecto de la deshidratación con tantas horas de marcha que debíamos realizar y luego a vestirnos, a esa altura los movimientos deben ser lentos pues la fatiga por la falta de oxigeno es notoria y se pone de manifiesto en forma inmediata.

A las 2.55 nos comunicamos de carpa en carpa a ver si estábamos todos listos y a las tres salimos todos juntos afuera de ellas, en 5 minutos cargamos nuestras mochilas e iniciamos la marcha en medio de la noche, formando una fila india iluminada con nuestras linternas frontales.

El grupo iba concentrado, en silencio, tratando de reconocer el sendero en medio de la noche, en ascenso progresivo, cuando llevábamos una hora y media de marcha, nos encontramos con los neve previos a la Hollada (otro lugar de campamento), ahí debíamos tomar el sendero de la izquierda, el cual nos resultó difícil de encontrar en medio de la noche, después de 15 minutos logramos divisarlo a unos 20 mts de altura por encima de nosotros y poco a poco cada uno de nosotros logró llegar al mismo en medio de un pedregal de acarreo que nos obligaba a subirlo agachados en “cuatro patas”. Una vez que comprobamos que los 5 ya estábamos sobre el nuevo sendero continuamos la marcha en una travesía en ascenso progresivo que nos depositaría en el Portezuelo del Lomas Amarilla, ahí ya llevábamos tres horas y media de marcha por lo cual decidimos hacer un alto para descansar. Aun era de noche, el día comenzaba a despuntar sobre el este y después de 15 minutos y para no enfriarnos continuamos la marcha, hasta llegar a las 8 de la mañana al Portezuelo del Plata-Vallecito, estábamos ya a 5200 mts, el viento soplaba fuerte, y nos guarecimos antes del filo para descansar, hidratarnos y decidir la estrategia final que realizaríamos para lograr que la expedición pudiera coronar los dos picos.

Después de cambiar opiniones decidimos que Jorge, Sebastián y Javier irían a Vallecitos, y que Pablo y yo iríamos a El Plata y que finalmente nos encontraríamos en el campamento del Salto.

Con Pablo iniciamos la marcha en forma sostenida, él iba al frente con paso firme a pesar de la altura, a buen ritmo y sin detenerse, se lo notaba absolutamente concentrado y con una determinación por la cumbre. Así fueron pasando las horas, los dos concentrados, caminado al ritmo de la respiración y solo cambiando palabras relacionadas con nuestro estado, ¿cómo vamos?, ¿estás bien?  Y así seguíamos avanzando sin detenernos, el viento nuestro compañero inseparable, por momentos cuando soplaba en ráfagas nos obligaba a detenernos unos segundos y afirmarnos en nuestros bastones para evitar caernos.

Llevábamos 10 horas de marcha, el sendero en progresivo ascenso se hacía interminable, nuestros físicos empezaba a dar señas francas de cansancio y la cumbre aun esquiva no la podíamos divisar; decidimos parar y analizar si seguimos o regresábamos, estábamos a 6150 mts, después de descansar 20 minutos y recuperar fuerzas decidimos atacar la cumbre, no podía estar lejos.

Reiniciamos la marcha a ritmo firme, convencidos, a poco de andar divisamos unos de los helicópteros Lamas estrellados, sobre la izquierda y finalmente la cumbre sobre la derecha, seguimos el ascenso y a las 2hs de la tarde después de 11 hs de marcha logramos depositar nuestros pies en la cumbre del Plata.

La cumbre es hermosa, toda nevada, con tres cruces de referencia colocadas por distintas organizaciones de montaña y en una de ellas hay un tubo para dejar testimonios de la presencia de quienes logran hacer cumbre, ritual que realizamos con Pablo. La visión es espectacular desde ella se divisa el Mercedario,  el Aconcagua y el Tupungato entre otros, después de descansar media hora emprendimos el regreso, con ese sabor agradable que solo te da el haber podido cumplir con la planificación programada y que la montaña te haya permitido llegar a su cima.

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