Esta problemática del tránsito no escapa a los demás comportamientos que tenemos en nuestra vida en sociedad. Cuando procedemos de mala forma, siempre buscamos justificarnos como sea o echar culpas a los demás.
Y aquí en Rojas, se pone de manifiesto una falta de consideración con el prójimo por la clara mala conducta con que manejamos, no respetando no solo las más mínimas reglas, sino dejando de lado incluso el sentido común.
Ya sería quizás, entrar en un terreno de psicoanálisis, pero cuando tomamos el volante, ante el menor inconveniente la mayoría descarga todas sus broncas y angustias contenidas contra lo primero que se le cruce.
Para comprobar este desorden basta con sentarse a tomar un buen café en cualquier confitería de la zona céntrica y observar la calle.
Ni las autoridades que nos deben controlar respetan las normas, ya que no son máquinas, son seres humanos imperfectos como todos nosotros, que marcan las faltas de los demás, pero las propias no las advierten.
Sin exagerar, en una primera conclusión, ya que el tema da para un serio análisis y debate; aquí en nuestra ciudad para ordenar el tránsito, no alcanzaría ni con que exista un inspector por cada habitante.
Es decir no son solo responsables las autoridades de turno, sino que todos debemos ser conscientes que nos estamos perjudicando entre nosotros, y lo peor, con el ejemplo que les damos a nuestros hijos, seguimos formando generaciones de malos conductores.