Cuando el sol se estaba yendo, llego la triste noticia de la muerte de este ser humano que, desde su profesión de peluquero, supo revolucionar a la sociedad pacata y conservadora de su época en nuestra ciudad, que lo señalaba como alguien que no encajaba en su rigurosa escala de valores.

Pero el con su audacia y su transparencia, como un ángel luminoso siguió adelante, mostrando su autenticidad y,  con la firmeza de sus convicciones para no dejar que nadie le imponga otra forma de vivir la vida, que no sea en absoluta libertad, tal como el la entendía y la gozaba.

En todo ese arduo camino, seguramente sufrió mucho, pero eso no hizo que bajara los brazos, ni mucho menos, al contrario, canalizaba ese dolor entregando su tiempo a quienes pasaban por un mal momento, sin hacer preguntas, desde su lugar ayudaba en todo tipo de causas nobles, organizando shows, desfiles, peinando a todas las personas que participaban, estando en todos los detalles.

Fue un ser que no transcurrió su vida en vano, su ausencia se va a notar, su presencia desprendía trozos de bondad contagiando las ganas de ayudar al otro, al prójimo.

Ojala hay partido en Paz, Dios le habrá reservado un lugar muy especial y, si vivimos cada día con ese amor y solidaridad que el entregaba, seguramente lo volveremos a encontrar.

Que descanses en Paz, Carlitos, te lo mereces. Este frío no es común. Nos congela el alma. Hasta pronto, Carlitos.