Hace un par de fines de semana se produjo un incidente en la cancha del Club Jorge Newbery con un jugador del equipo colonense de El Fortín que fue expulsado y se negaba a retirarse del campo de juego.
Por esos días, se viralizó un video donde se observa un forcejeo entre efectivos de la policía comunal y los jugadores de este equipo de la ciudad de Colon.
Luego de transcurridos varios días de este episodio, no se conoció ningún comunicado de la dirigencia de la liga de futbol local aclarando la cuestión. El silencio dirigencial deja expuestos a los agentes como si fueran los responsables únicos de este hecho controvertido.
Y más allá que haya puntos que criticar al accionar policial, lo concreto es que los dirigentes callan para ocultar su inoperancia junto a los árbitros que son quienes deben velar por el cumplimiento de las normas deportivas, tarea que no les corresponde a los policías.
Precisamente, en la mayoría de los partidos, es la colaboración de la policía la que garantiza que el espectáculo deportivo se lleve a cabo al concurrir con el mínimo de seis efectivos a lugares donde se necesitan bastantes más, cuyos costos, los clubes no están en condiciones de afrontar arriesgándose a que sucedan estas cosas, de las que después los que se deben hacer cargo se lavan las manos.