Fue inaugurada este miércoles 14 de agosto a las 19 horas en el Centro Cultural Ernesto Sabato.
La ceremonia de apertura estuvo a cargo del director de Cultura, Alejandro Elcoro, quien fue acompañado por el intendente Claudio Rossi y la directora de Atención Primaria de la Salud, Silvina Fernández.
Todos ellos resaltaron los valores humanos de René Favaloro más allá de sus destacados logros científicos.
La muestra se podrá visitar hasta el miércoles 21 en los horarios de 8 a 13 y 17 a 19 de lunes a viernes, y 17 a 20.30 los sábados y domingos.
Esta muestra itinerante que lleva el título de “La Voz del Corazón” es apoyada por la Fundación Favaloro y patrocinada por el Senado de la Provincia de Buenos Aires.
En el salón “Nicolás Belcuore” del Centro Cultural se podrán apreciar fotografías y textos con frases del reconocido medico argentino que forma parte de la historia de la medicina mundial por ser el responsable de estandarizar y sistematizar la técnica de bypass aortocoronario (o cirugía de revascularización miocárdica) en la década de 1960. Poco tiempo después esta cirugía se convertiría en una de las más practicadas en todo el mundo, ya que brindó la posibilidad a miles de pacientes con enfermedad coronaria (aterosclerosis) de prolongar la vida y mejorar su calidad.
No sólo es recordado por su brillante carrera profesional sino por haberla ejercido con valores como la ética, el respeto, la justicia, la conciencia social, con una profunda vocación de servicio que muchas veces se vio frustrada por la realidad de nuestro país. En sus inicios fue médico rural y formo parte de la CONADEP, dos cuestiones que resaltan su sentido humanitario.
Aun nuestra historia contemporánea no ha tomado la verdadera dimensión de la tragedia que significó para nuestro país su decisión de quitarse la vida un 29 de julio del año 2000 después de dejar escrita una carta dirigida al presidente de entonces, Fernando de La Rúa y que le cerraran sistemáticamente la puerta en la casa los hoy encumbrados funcionarios PRO Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal (entonces, a cargo de la intervención del PAMI).
Fue autor no solo de libros de medicina, sino también de historia argentina de la que era un apasionado. Aquí una de sus frases: “¿Alguien ha pensado alguna vez lo que significaría que los países latinoamericanos con reservas incalculables de agua, bosques, cereales, ganado, hierro, cobre, estaño, petróleo y enormes extensiones de tierra virgen, con principios sólidos -excluyendo falsos nacionalismos, ya que el verdadero dice que cada país mantenga, como es lógico, sus particularidades-, se unieran estructuralmente para que, de una vez y para siempre, ocupemos un lugar en el mundo? (De "¿Conoce usted a San Martín?", 1986)”.
Compartimos un fragmento de su carta final:
Joaquín V. González, escribió la lección de optimismo que se nos entregaba al recibirnos: 'a mí no me ha derrotado nadie'.
Yo no puedo decir lo mismo. A mí me ha derrotado esta sociedad corrupta que todo lo controla. Estoy cansado de recibir homenajes y elogios al nivel internacional. Hace pocos días fui incluido en el grupo selecto de las leyendas del milenio en cirugía cardiovascular.
El año pasado debí participar en varios países desde Suecia a la India escuchando siempre lo mismo.
'¡La leyenda, la leyenda!'
Quizá el pecado capital que he cometido, aquí en mi país, fue expresar siempre en voz alta mis sentimientos, mis críticas, insisto, en esta sociedad del privilegio, donde unos pocos gozan hasta el hartazgo, mientras la mayoría vive en la miseria y la desesperación. Todo esto no se perdona, por el contrario se castiga.
Me consuela el haber atendido a mis pacientes sin distinción de ninguna naturaleza. Mis colaboradores saben de mi inclinación por los pobres, que viene de mis lejanos años en Jacinto Arauz.
Estoy cansado de luchar y luchar, galopando contra el viento como decía Don Ata.
No puedo cambiar.
No ha sido una decisión fácil pero sí meditada.
No se hable de debilidad o valentía.
El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, con ella me voy de la mano.
Sólo espero no se haga de este acto una comedia. Al periodismo le pido que tenga un poco de piedad.
Estoy tranquilo. Alguna vez en un acto académico en USA se me presentó como a un hombre bueno que sigue siendo un médico rural. Perdónenme, pero creo, es cierto. Espero que me recuerden así.