Por Omar Meraglia, corresponsal de Rojas Ciudad en Junín
El paro y movilización del pasado martes dejó planteados varios interrogantes y algunas certezas. Lo que no se puede decir es que haya pasado inadvertido.
"(...) lo que importa es el sentimiento de angustia pero al mismo tiempo de esperanza, a la espera de que el gobierno central retome la conducción económica, para enfocarla hacia el bienestar de la gente y no al contrario."https://t.co/YeB0XPJqXY
— Bloque de Concejales Unidad Ciudadana Junín (@BloqueJunin) 26 de septiembre de 2018
Más allá de las exageraciones matemáticas respecto a los “miles” que se hicieron presentes, nos negamos a poner en números lo que se trató de algo que estaba inserto en el alma de cada participante y que algunos pretenden regionalizarlo para alcanzar aún más fuerza.
Es importante reconocer y decirlo abiertamente que en una ciudad evangelizada hasta el hartazgo y con una pacatería que a pesar de la decadencia subyace en las formas, haber logrado la participación que tuvo la protesta es quizás un logro del espanto que llevó la unión.
La crisis se siente en el bolsillo y desgarra las fibras más íntimas de quienes consideran que “vienen por todos” y que con sólo mirar a su alrededor lo reconoce.
Estuvo presente la dirigencia de Suteba con los docentes, la Uocra con sus empleados de las obras públicas y privadas, ATE mancomunando a los empleados estatales, los aceiteros, los periodistas, los fideeros y empleados de comercio despedidos, el Smata, los judiciales, los jubilados y otros sectores tan importantes como los nombrados, pero que tal vez hayan pasado inadvertidos por no participar de los discursos.
Discursos que en algunos casos fueron fuertes con consignas de traición hacia peronistas que no dicen lo que hay que decir o contra el jefe comunal Pablo Petrecca, que tampoco hace lo que hay que hacer.
Ausente con aviso
Afecto a difundir hechos “históricos”, el intendente Pablo Petrecca de pronto tuvo una protesta “histórica” y su escaso compromiso para con la gente permitió que ésta se movilizara de la forma que lo hizo para hacerle saber, a él y a sus superiores en Nación y provincia, sobre los padeceres cotidianos de las familias locales, abrumadas por las tarifas de servicios, la falta de empleo, los despidos, la inflación que los alejan de la comida y la devaluación que les pulveriza el sueldo.
Y de espaldas al municipio, la gente lo silbó, mientras la dirigencia lo nombró. Lo tildó de ser “soldadito” de Vidal y no escuchar la voz de los vecinos, de ir en contra de la educación pública y de olvidarse de las necesidades de los más vulnerables y de favorecerse de la política.
La única vez que fue aplaudido al nombrársele, ocurrió cuando fue tildado de “cobarde” por parte de uno de los dirigentes sindicales que hicieron uso de la palabra desde el monumento al general San Martín.
Y la aseveración sobre el intendente cayó en un momento preciso, cuando se sabía que había dado parte de enfermo para no asistir al municipio y ahorrarse la escucha de bombos y redoblantes, algo que parece causarle particular escozor.
A tal punto que pudo comentarle a alguno de sus más íntimos allegados que no se ve en la reelección. Si bien desde la iglesia que conducen su padre y hermano mantienen un compromiso político, Pablo está cada vez más preocupado por dos cuestiones centrales.
Una de ellas es el “vacío” que nota por parte de jefes comunales de la zona, pero peor aún los funcionarios platenses, ministros y secretarios.
El mismo trato que Petrecca le ha dado a los referentes locales de la política y las organizaciones sociales, le están dando a él en el epicentro provincial.
El otro tema que suele abordar con los más íntimos es la cantidad de hechos en los que la transparencia municipal ha quedado empañada y que, de llevarse adelante en forma firme alguna denuncia, podrían caer el resto como si fueran fichas de dominó.
Eso, por estos días, lo hace reflexionar acerca de si vale la pena exponerse a una reelección que podría dejarlo mal parado. Algo que también creen desde la gobernación, encuestas en mano y con los números en rojo.
Al menos, evitó caer esta vez en el proceder arrogante y ridículo de los concejales de su propia tropa, los ediles Juan Carlos Tolosa Rossini, Manuel Llovet y Melina Fiel, quienes al mejor estilo PRO se fotografiaron para las redes sociales, haciendo saber que decían no al paro y que trabajarían en el Concejo, un ámbito donde prácticamente no se les conoce la voz.
Participación
Quizás por todas y cada una de las promesas incumplidas, las falacias mediáticas y la falta de capacidad administrativa del intendente, finalmente la Plaza 25 de Mayo comenzó a tener la presencia de todos, o casi, en medio de la convocatoria.
Y lo que comenzó a la mañana como un encuentro de pocos, terminó cerca del mediodía con la voz potente de cientos entonando el himno nacional.
Se trasuntó un sentimiento de angustia pero al mismo tiempo de esperanza, a la espera de que el gobierno central retome la conducción económica, para enfocarla hacia el bienestar de la gente y no al contrario.
La recorrida de los manifestantes por el centro permitió entrever que la problemática no alcanza sólo a los que caminaban con pancartas y banderas, sino también a los comerciantes que los miraban y terminaban apoyándolos.
Que nos una el espanto, como parafraseando a Jorge Luis Borges, no alcanza tal vez para comprender que tanta indolencia política termine por producir la empatía ciudadana.
El sentimiento fue de bronca, de impotencia, de frustración y de engaño.
En más o en menos, los gremialistas dijeron lo que sus bases les reclamaban ahí mismo y hasta quizás alguno haya caído en la cuenta de que la cosa es seria, sin rodeos.
Los trabajadores juninenses parecen no querer vivir lo mismo que la generación anterior que en los ‘90 fuera vapuleada por el neoliberalismo, en aquella oportunidad, menemista.
Hubo una pequeña muestra, pero muestra al fin, que sus discursos son más creíbles que los del jefe comunal y sus superiores y que cuando dicen que “cada semana tomaremos las calles”, hay un compromiso con el pesar de sus bases, inmersos en la incertidumbre.
El horizonte económico no parece tener propuestas superadoras, habrá que ver que nos deja la alianza entre los trabajadores y sus necesidades.
Lo que quedó claro en Junín es que la salida a esta situación de angustia tiene un rumbo preciso y es por la Plaza.