Lamentablemente una observación de la realidad de estos últimos años, indicó que las gestiones municipales intensifican o prácticamente anulan los operativos de control de tránsito, según sea un año electoral o no.

Y los actuales funcionarios, no constituyen la excepción. Basta remitirnos a lo realizado en estos últimos dos años, en el 2016 controles casi diarios y,  en el 2017,  desaparecidos en acción.

Para confirmar la tendencia, este último fin de semana el director de Transito e Inspección, Ramón Castro, advirtió que “si ponemos mano dura, no  es culpa nuestra”. 

Lo hizo al referirse a las motos que circulan con escape libre, generando un ruido insoportable. Anunciando asimismo que exigirán el uso del casco y el seguro.  Desgraciadamente ha perdido dos años.

No obstante estas falencias por parte de las autoridades de control, no todo lo que ocurre es solo su responsabilidad. Como ya hemos manifestado en reiteradas ocasiones, todos los ciudadanos debemos replantearnos nuestro comportamiento cuando circulamos por las calles de la ciudad.

Vemos como todos los gobiernos van pasando sin tratar con la seriedad que se merece la problemática que, vale remarcar pone en juego nuestra vida y la de los seres queridos. Deberían  intentar incansablemente planificar políticas de Estado y mantener su ejecución a través del tiempo con reglas claras, cuya transgresión implique sanciones.

Repetimos la palabra seriedad, tanto de las autoridades, como de los ciudadanos y, terminar con las conductas hipócritas de cada uno que  siempre se justifican echando la culpa a los demás por sus propios actos.

Ejemplo típico: ante una clara infracción, como la obstrucción de una rampa, se cuestiona la ausencia de un inspector de tránsito en el lugar. Pregunta: ¿Es necesario que un agente nos deba indicar que eso no se debe hacer?