Esta semana comenzó nuevamente a arder nuestro basural a cielo abierto, y con esto se pone en evidencia la falta de una planificación seria para convertirla en una política de Estado, que independientemente del color partidario del gobierno de turno, se continúe hasta lograr el objetivo final.

En esta oportunidad se hace más visible por la penosa cuestión que debe atravesar una familia que habita una vivienda en Barrio Industrial y por la salud de su hija debe mudarse por indicación de los médicos especialistas que la atienden desde hace años.

Recordemos que este sector de nuestra ciudad, también es castigado por las fumigaciones en campos vecinos.

Como dice la popular, “se habla mucho y se hace poco” y, cuando se hace, aparecen las miserias políticas que impiden llevar una estrategia a largo plazo, como sucedió con el inicio de esta gestión que descarto totalmente lo que se había realizado en la anterior para comenzar con la planta de reciclaje.

Estaban los galpones construidos con el trabajo de las chicas de las Cooperativas, con todas las maquinarias necesarias para comenzar con la separación de residuos y su posterior tratamiento y reciclado. Y también se había instalado una casilla de vigilancia, completando estas obras con el cercado todo el perímetro del predio.

Tampoco se fijan en el tiempo políticas de concientización de la población. Y en este aspecto vamos siendo todos cómplices de nuestro propio deterioro. Un ejemplo de esto lo constituye la prohibición de la entrega de bolsas en los comercios, cosa que salvo una par de excepciones de grandes supermercados, ya no se cumple.

Con todo este combo de basura y residuos para todos, y el uso descontrolado de agroquímicos, vamos fijando la condena de nuestras propias culpas, para que las cumplan hasta los jóvenes del siglo XXII.