Por Martín López Lastra
Un dirigente político cercano al oficialismo y de fuerte origen peronista no buscó giros lingüísticos para señalar que el año electoral ya empezó hace varias semanas. Que todo lo demás es pura hipocresía. Lamentó que se siga insultando la inteligencia de los bonaerenses señalando que, desde todos los partidos, ya están armando candidaturas y alianzas porque el tema está más que complejo y hay un final abierto y de bandera verde. Y esto obliga a dejar de hacer la plancha
Hay varios datos de la realidad a favor de esa argumentación. Se permite así, armar el rompecabezas que está muy vinculado también a la realidad de la política nacional.
En el oficialismo bonaerense la campaña se percibe. En el terreno dominado por el sciolismo se sigue a paso firme un proceso de reelección que, según se supone no tendría sobresaltos. Pero miran muy de cerca el eventual e inminente lanzamiento del intendente de Tigre Sergio Massa.
En el círculo cercano al gobernador manifiestan no tener temor alguno por una eventual competencia con Massa. Pero insisten en que hay más una expresión de deseos y maniobras de neto corte mediático para establecer presión hacia el núcleo duro del poder, es decir el kirchnerismo. Esto con el fin de obtener un salvoconducto hacia una postulación única por el oficialismo o, de mínima poder competir en las primarias. Distintas versiones periodísticas señalaron que hubo algún espaldarazo en Olivos hacia el ex jefe de Gabinete de
No se sabe si como consecuencia de esta postulación u operación –según las distintas interpretaciones- hubo un incremento en la actividad de agenda de Scioli, quien sigue firme en su postura de saturar los distintos canales de información a su favor, incluyendo redes sociales. Con esto, dicen, intenta liberar terreno en provecho propio para dar una señal interna al kirchnerismo que es el único que puede dar batalla firmemente en nombre del proyecto nacional. Por el otro, mantener un firme mano a mano con quien le disputa las encuestas como es el caso del diputado nacional, Francisco De Narváez quien conquistó hace unos meses al hermano del mandatario.
Scioli, aluden, está empecinado en obtener una información minuto a minuto respecto de las encuestas de imagen e intención de voto. Por ejemplo, en Necochea, donde estuvo hace unos días, ya le encargó a un importante consultor de opinión pública un sondeo de imagen que se debe hacer prácticamente cuando aún se escuchaban los ecos de sus distintos discursos oficiales.
No hay estudios cuantitativos en general que permitan tal vez competir con aquellas impresiones recibidas de lugareños de los distintos distritos. Aquello que por algún ámbito académico califican como estudio cualitativo. Algunas de esas impresiones de quienes asisten a esos actos se lamentan de la brevedad de los actos y, por ende, el escaso tiempo en que se desarrollan las visitas del jefe de estado provincial. A tal punto, temen en su círculo íntimo, de sufrir el riesgo de equivocarse con alusiones equivocadas sobre características de la localidad visitada por la presión de tener cuatro y hasta cinco actos por día en distintos puntos de
En la oposición, tanto desde el espacio denarvaísta como el archipiélago en que se transformó el ex Acuerdo Cívico, admiran realmente el esfuerzo que hace Scioli, pero lo ven en cierta soledad y con una fuerte baja en el respaldo desde Olivos y
Estiman que por más notables esfuerzos que haya hecho en los últimos meses desde los distritos con fuerte actividad rural, la cosecha política es bastante reducida e insignificante. Esto por una falsa siembra que, si bien incluyó la recreación de una cartera específica de Asuntos Agrarios, no impidió una fuerte repercusión negativa con aquellas fotos con dirigentes agrarios en el marco del famoso operativo despegue que, como el sol, nunca se pudo ocultar ni negar.
En aquel entonces, ya hace varios meses, hubo un diálogo frecuente e importante con la mesa de Enlace y diversas instituciones afines. El fuego desprendido por las fauces del poderoso dragón kirchnerista rechazó todo tipo de maniobra de rebeldía o diferenciación. Los operadores del despegue, tanto José Scioli como Emilio Monzó arman sus jugadas en otros terrenos. Y los dirigentes que se prestaron para la foto se sintieron tan usados como personajes de entremeses por cómo resultaron todas sus consecuencias.
Desde el sciolismo aseguran que hay exageraciones con respecto a la relación de Scioli con el campo, tal cual la pintan en la vereda opositora. Calculan que, al menos han podido contener la caída libre que significaba, en una Provincia agropecuaria, recibir más rechazos que diálogos de acercamiento en aquellos meses de la discusión por las retenciones.
La coincidencia en algún aspecto del diagnóstico se da con respecto a la fuerte estela que dejó la postulación de Scioli en su candidatura testimonial a diputado nacional del año pasado. Esto convirtió al gobernador en un político muy dependiente de la voluntad de Kirchner y eliminó cualquier matiz de autonomía y diferenciación. Esto aún se siente como condicionante cuando el propio Scioli amaga con proponer alguna cuestión específica propia en su gestión. Es algo así como un ancla que aún permanece y que obliga a redoblar esfuerzos.
Por el momento, las noticias de la paridad en las encuestas son estimulantes. Pero con el correr de los meses se sabrá si Scioli tiene un techo que ponga en riesgo su continuidad en la gestión.
El presente anticipa un importante e impredecible resultado de una naturaleza completamente distinta al 2007 cuando el hoy gobernador ganaba cómodamente la compulsa electoral. El cronograma, con primarias recién para agosto, da chances de provocar circunstancias que hagan torcer el rumbo para mares menos tormentosos.
Fuente: Agencia NOVA