Para disfrutar en familia

Buscando a Dory en el Cine Francés

Olvídense de Buscando a Nemo, vayan a ver Buscando a Dory como si se tratara de una película autónoma, ya que es un spin-off que funciona sin que se tenga que haber visto la animación de 2003. Y sí, cuando la película llega al magistral plano final en cámara lenta, con la canción What A Wonderful World de fondo, ya podemos decir tranquilos: “Pixar lo hizo de nuevo”.

Buscando a Dory es maravillosa. Quizás su mayor defecto sea su exceso de perfección técnica. Pero, claro, no todo se reduce a la técnica ni al departamento de tecnología y arte y producción, sino también al cine, que es lo que hay que tener en cuenta por sobre todas las cosas.

El argumento es magnífico: se trata de un deambular permanente de Dory (un pececito de color azul y amarillo) en busca de sus padres, a quienes pierde por carecer de memoria a corto plazo.

Es increíble el trabajo que hacen los directores Andrew Stanton (también responsable de Buscando a Nemo) y Angus MacLane a partir de esta simple premisa, ya que entienden que el cine es, ante todo, desplazamiento y obstáculos para sortearlos y seguir avanzando (la quintaescencia del género de aventuras). 

En ese recorrido oceánico, la amnésica Dory se va encontrando con una fauna marina variopinta y personajes tan encantadores como ella (el pulpo Hank, el pajarraco de prominentes ojos rojos, la ballena medio ciega llamada Destiny, entre otros), salvo un pulpo gigante de un solo ojo que aparece al comienzo como la única amenaza verdadera.

La podés difrutar en familia en el Cine Francés, los jueves, martes y miércoles a las 18,30, mientras que en el horario de 16 y 18,30 la podés ver viernes, sábado, domingo y lunes.

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