Lamentablemente estos hechos siguen sucediendo en las madrugadas de los fines de semana, y no suelen trascender, por razones que tienen que ver con la privacidad de las familias de estos jóvenes que en la mayoría de los casos son menores de edad.
No vamos aquí a repartir culpas como si fuéramos seres superiores que no vivimos en la realidad de esta sociedad, pero lo que dejaremos de hacer es dejar a un lado el compromiso social que nos cabe a cada uno como padres y vecinos de la ciudad.
Como sucede con el tránsito, la forma más fácil de evadir responsabilidades es echar la culpa a las autoridades, exigiendo que se respeten nuestros derechos. Pero, con marcada hipocresía olvidamos completamente nuestras obligaciones como padres, marcando pautas y ejemplo de cómo debemos respetar a los demás para después si, pedir la misma conducta para con nosotros.
En este caso particular, fue tal el estado de esta jovencita que, cayó prácticamente desplomada en la esquina de las calles céntricas Dorrego y Alvear, cuando eran las 6 de la mañana del sábado 25 de noviembre.
Ante esta situación y a pesar de la hora temprana, el hecho resulto público y notorio, atento el despliegue de los patrulleros de la Policía Comunal y la ambulancia del Hospital que la traslado de urgencia a la guardia donde se iba recuperando.
Consultados los efectivos que participaron del auxilio, nos manifestaron que esto se repite casi todos los fines de semana como indicamos más arriba.
Y si bien se cumple mayormente con la prohibición de vender alcohol a los menores en los locales nocturnos y en los eventos a los que concurren, la situación más crítica continua siendo la denominada previa, donde los jóvenes acopian durante las horas anteriores a la salida nocturna gran cantidad y variedad de bebidas que consumen en los domicilios particulares antes de salir.
En estos lugares muchas veces, los mayores son los que adquieren los tragos para que los tomen los menores.
Podremos seguir diciendo muchas palabras y haciendo un monto de reuniones de autoridades y padres, pero a nuestro entender y sin ofender a nadie con nuestra opinión, en principio, los principales responsables del comportamiento de nuestros hijos en sociedad somos nosotros. Obviamente después se debe analizar cada caso en particular y el comportamiento de los agentes que representan a las autoridades públicas.
Cada uno debe ser consciente de su responsabilidad, sin hipocresías, para no seguir jugando cada fin de semana a la ruleta rusa con la vida de nuestros hijos.