En un contexto tan perjudicial para la salud de la comunidad, como los son sin duda alguna el basural a cielo abierto y la utilización de venenos en la fumigación de los cultivos, cabe preguntarse si estas condiciones afectan a los alimentos que consumimos.

Para esos controles existe la dependencia de Bromatología, que está ubicada a pocos metros del depósito de residuos que dispone el Municipio en el Corralón, para que los vecinos la depositen allí.

Esta es una situación de hecho que se da desde siempre, y no constituye una crítica, pero visto esta actualidad tan dañina para el medio ambiente, sería prudente analizar una mudanza de esta dependencia, y no exponer la mercadería que controlan cada mañana a las emanaciones de este pequeño basural. Comentario, obviamente que se hace desde el sentido común y no de la rigurosidad científica que puede brindar el trabajo de un profesional en el tema.

Precisamente la contratación de un técnico idóneo en estas cuestiones de control de calidad, que conozca y pueda hacer cumplir la legislación vigente con el cumplimiento de las normas del código alimentario en cuanto a la producción, elaboración y distribución de mercaderías destinadas al consumo; sería otro punto que ayude a evitar problemas de salud.

A lo que habría que sumar un laboratorio que pueda detectar la presencia de sustancias extrañas en carnes, frutas y verduras. Como así también periodicidad en las visitas a comercios para supervisar la cadena de frio, fechas de vencimiento, envases en mal estado, desinfección al día, limpieza y todo aquello que afecte la calidad del producto.

A esta altura de la circunstancia, debemos actuar para garantizar la salud de las futuras generaciones, educando con el ejemplo de conductas correctas, puesto que en el presente el daño ya se produjo; y su precio es nuestra vida.