Desde hace un tiempo a esta parte se han tomado muchas medidas para paliar la ola de robos en Rojas, tanto en la ciudad cabecera como en las localidades y zona rural. La policía, en coordinación con el área de Seguridad del Municipio, viene desarrollando una aceptable labor en cuanto a prevención del delito o actuación una vez consumado el hecho.
Lo cierto es que con los dispositivos y las tareas de inteligencia que llevan a cabo las fuerzas policiales no alcanza, dado que la Justicia, la otra pata del orden social, no está a la altura de las circunstancias y por eso pasa lo que pasa: puertas giratorias y políticas ultragarantistas hace que los y las delincuentes recuperen su libertad antes que la persona que está denunciando abandone las dependencias de la comisaría o la Fiscalía.
Para muestra basta un botón, dice el popular refrán. En estos momentos tenemos a un delincuente que desestima las restricciones perimetrales que le impone un juez, la policía lo atrapa y a las dos horas anda suelto para seguir cometiendo fechorías o asolar lugares en busca de un botín que le permita saciar el consumo de estupefacientes.
La psiquiatría también juega un papel preponderante en todo este engrudo: cuando a una persona se la declara insana o inimputable se le da carta libre para que haga y deshaga a su antojo, en vez de buscar otras soluciones que traigan paz y armonía a la comunidad y también a la persona que ya no está en sus cabales, pero que se ampara en esa condición para molestar.
Hasta que la Justicia no actúe a la misma velocidad con la que actúan los delincuentes, su accionar estará rezagado y lo que la policía haga será en vano. Con estas condiciones el malestar popular crece y algunas personas se manifestaron a las puertas de la Ayudantía Fiscal para advertir su hartazgo ante la situación. Es tiempo de que quienes deben impartir Justicia estén despiertos y con ganas de intervenir.