Repentinamente, la rutina política entró en fase de hibernación momentánea. Amerita esto la situación generada por el estado de salud del vicegobernador Alberto Balestrini, sobre quien las muestras de apoyo y solidaridad no conocieron de diferencias políticas ni partidarias.
Apenas había promediado la semana cuando la gran expectativa pasaba por la reunión en la capital bonaerense del Consejo Nacional del Partido Justicialista al cual Balestrini asistiría. Una reunión que se realizó y dejó como conclusión anecdótica la creación de una comisión para evaluar la coparticipación de impuestos nacional. Algo que suena a protocolar, dado que fue apenas un aval al discurso del diputado nacional Néstor Kirchner en el Chaco, semanas atrás.
Lo cierto es que cuando alguien tan protagonista como apreciado en el mundo de la política sufre alguna pausa obligada por su salud, aparecen las referencias a cursos de vida, trayectorias y aportes, en este caso, para una pasión como la actividad política.
De Balestrini poco se sabía en la dirigencia institucional en la capital bonaerense hasta mediados de década del noventa, en que asume como senador provincial, curiosamente en un ámbito que lo tendría como una suerte de "primum interpares" años después.
De bajo perfil por aquel entonces, prefería su dedicación a la construcción política alejada del universo mediático, en momentos aquellos en que aún tronaba la rivalidad por debajo del duhaldismo, por entonces poderoso, entre
Como aquella regla que permite dar oportunidades a los perseverantes, el entonces senador alcanza, en 1999, la candidatura a intendente de su pago chico en una instancia en la cual por primera vez el peronismo tendría enfrente a una coalición que prometía dar batalla tras un triunfo intermedio en elecciones de concejales. La por entonces famosa y luego polémica Alianza perdió por algunos puntos de ventaja. Por eso no fue el paseo que cada cuatro años daba cualquier intendente justicialista, sino una lucha que se ganó en cada espacio y cada barrio, según cuentan los viejos punteros políticos.
El paso de ese examen alentó el fortalecimiento en lo personal y el mayor optimismo para aquello que sería su mayor apuesta: ser cabecera de playa de, por aquel entonces, un kirchnerismo incipiente como proyecto de poder nacional. En forma casi simultánea se le vio algún papel protagónico con los famosos "tres mosqueteros" junto al actual ministro de Justicia de Nación, Julio Alak y con el diputado Juan José Alvarez.
Su aporte a ese proyecto y su capacidad estratégica de apoyo lo suben a un lugar importante en el círculo cercano del matrimonio Kirchner, quienes lo promueven a la cámara de diputados de
A ese rol llegó con un sinnúmero de versiones periodísticas. Tal vez como un simple reconocimiento a la trayectoria y al apoyo. O tal vez, como el periodismo suele tejer suspicacias como una especie de comisario doctrinario del kirchnerismo para marcar pautas de estilo frente a un equipo de conducción provincial con muchos integrantes más apegados a una rutina en términos técnicos en la administración pública.
Pero la función y atributo más importante que se le atribuye al vicegobernador es la de constituirse en una suerte de "Gps" territorial e institucional.
En su primer faceta, como guía importante para establecer las dimensiones del primer estado argentino y sus problemáticas vinculadas, justamente a lo territorial, con partidos de baja densidad poblacional pero con territorios más amplios que