Por Martín López Lastra
Daniel Scioli siente que lo que hizo en algo más de un bienio lo hizo bien. Desde su círculo íntimo le ratifican esa impresión. La gran duda que carcome sus pensamientos es el grado de veracidad a través de terceros imparciales. O si, por el contrario, es una nueva versión de aquella historia en que los súbditos veían al rey desnudo pero no lo enunciaba hasta que un niño arruinó esa farsa.
Scioli confía por el momento en supuestos portadores de testimonio de terceros imparciales. Muchas consultoras de opinión salieron a realizar su trabajo de campo y los sondeos parecen darle un repunte y una superación a su adversario, el empresario multimillonario y diputado nacional, Francisco De Narváez.
Llama la atención como algunas encuestadoras dan para ellos dos un piso tan alto como interesante aún a más de un año de la compulsa electoral. Entre 24 y 25 puntos para Scioli y de 22 a 23 para su rival. También es notable la inscripción en el lote para el diputado kirchnerista crítico Martín Sabattela y el radical Raúl Alfonsín con 13 y 12 puntos, según los mismos sondeos.
Esto implica determinar que en cuatro posibles figuras se concentra las tres cuartas partes de las preferencias del electorado. Algo muy distinto ocurría en situaciones anteriores: se mostraba la atomización o un piso importante en un sólo candidato y la dispersión en el resto de sus oponentes.
Con estos guarismos y su posible ratificación en futuros sondeos, desde la lógica política muchos suponen que Scioli recibiría la bendición del matrimonio Kirchner para que Scioli repita su postulación provincial.
Pero la tarea no es nada sencilla. Falta más de una vuelta de hoja de calendario para las urnas. Además hay dos factores encubiertos que están saliendo a la luz y que explican motivos de una indecisión.
En primer lugar, en los pasillos de
Pero desde el kirchnerismo confían en la recuperación de imagen y de intención de voto a partir de la repatriación de personalidades políticas que si bien no se fueron dando un portazo, se llevaron bajo el brazo más frustraciones que satisfacciones. Es el caso del intendente de Tigre y ex Jefe de Gabinete, Sergio Massa.
Massa, tras su regreso a la intendencia tuvo contacto con distintos sectores del peronismo provincial y nacional. Su historia más conocida es la de su acercamiento al platense Pablo Bruera, quien, en una maniobra sin eficacia, quiso llevarlo al rol de un mero acompañante.
Sin embargo, el hombre del conurbano norte, sorteó hábilmente la presión, restándole apoyos en el momento justo. Hoy Pablo Bruera está más cerca de olvidar su sueño provincial y pagar todos los costos para volver a ser el candidato del kirchnerismo platense. Y Massa aún en plena vigilia, sueña despierto con un salvoconducto hacia la gobernación.
Determinada trascendencia periodística que tuvo este posible regreso en plenitud de Massa al oficialismo provocó un enorme trastorno y preocupación al actual mandatario. Se le borró su sonrisa habitual. Primero, por pensar en que todo se trataba de una operación de prensa más del ex funcionario nacional. Sin embargo, la teoría de la repatriación del kirchnerismo es tan cierta como la salida del sol. Y la incertidumbre por no tener allanado el camino como delfín del oficialismo ocasiona un sinnúmero de preocupaciones.
El salario del miedo
Se avecina la segunda puesta en escena de la pulseada salarial, algo que parecía imprevisto para la gestión Scioli que dio por resuelta la cuestión entre febrero y marzo. Sin embargo este debate, puesto en agenda por la realización de paritarias a nivel nacional, el discurso del jefe máximo de
Es interesante resaltar que, en los últimos días trascendieron algunos datos más relacionados con el pensamiento y actitud del ministro de Economía Alejandro Arlía con respecto a la evolución salarial.
En los últimos días de abril en la sede de
Por aquel entonces en un coloquio sobre coparticipación federal y otros puntos de agenda económica, Arlía ya señalaba que si hubiera alguna novedad respecto de una inyección de partidas habría un horizonte más despejado. Algo que en buen romance significa un camino allanado para otorgar más dinero a los trabajadores.
Esta expresión, resaltada como informal por una fuente confiable, se produjo pocos días antes del anuncio del plan de desendeudamiento federal realizado por
Se instala en el debate un núcleo argumentativo duro como es el incremento real del básico, aquel desde donde se calculan montos jubilatorios, aguinaldos y antigüedad, entre otros ítems. En sectores como el docente o la administración pública, en algunos casos el sueldo líquido llega a superar el básico en un cien por ciento. Con los municipales ocurre algo similar, dado que la relación sueldo de bolsillo (líquido) y básico es cerca de tres a uno. Son repetidas y multiplicadas las historias de empleados de distintos sectores en actividad que postergan hasta la medida de sus posibilidades la jubilación para impedir salvajes desmadres para sus bolsillos y sus economías hogareñas. En este contexto, el gobernador Daniel Scioli no deja de reiterar en declaraciones a medios de televisión que su permanencia en el proyecto kirchnerista se debe, entre otras cuestiones, a la necesidad "de recuperar el salario real".
Fuente: NOVA