Llegamos a fin de año con múltiples hechos donde la integridad física de nuestros jóvenes es sometida a diversas situaciones que los coloca al límite de consecuencias graves.
Recorriendo la noche y la madrugada podemos asegurar sin ánimo de exageración que de momento no sucede un episodio irreparable, sólo por obra y gracia de Dios.
Quizás deberíamos observar lo que está sucediendo en la vecina ciudad de Pergamino donde hace unos días falleció un jovencito de 15 años ahogado en una pileta en una las denominadas fiestas privadas. Por estas horas las autoridades pergaminenses están organizando reuniones con diferentes sectores de la ciudad para afrontar la problemática. Es decir, actúan luego de un hecho irreparable.
Entonces, volviendo a nuestra ciudad, cabe preguntarse por qué esperar que tengamos un caso fatal. Puesto que, como repetimos en cada oportunidad que intentamos exponer la cuestión, es tiempo de dejar de hablar tanto con planes que nunca se puede saber si se ejecutan y que resultados tienen, para pasar a medidas concretas que la legislación vigente permite, es decir que las herramientas legales existen y no vamos aquí a dar una cátedra sobre ellas, pero sí se supone que las autoridades las conocen; resultando entonces una cuestión de decisión política hacer lo que la ley dice.
Volvemos a enfatizar que basta con recorrer la ciudad en esos horarios para advertir hechos como los de este domingo por la madrugada. En primera instancia los serios incidentes que se sucedieron en calle Diego Trillo en las inmediaciones del Club Argentino donde se desarrollaba una fiesta multitudinaria.
La Policía ausente o pasando a algunos metros de la escena sin intervenir y no vamos aquí a responsabilizar a la fuerza policial, ya que se supone que recibe directivas de las autoridades políticas de Seguridad, cuyo titular Miguel Núñez ha estado difundiendo de manera extraoficial su supuesta decisión de alejarse del cargo sin que se concrete hasta el momento.
En ese marco se suceden este tipo de hechos. Además de los relatados en Diego Trillo, hubo una reunión en una vivienda de Barrio Santa Teresa en calle Dorrego a la altura aproximadamente del ingreso al Paseo de la Ribera que género varias quejas de los vecinos que se llegaron incluso a la sede policial sin encontrar respuestas. En el lugar eran las 8,30 de la mañana del domingo y la música aún resonaba a un alto volumen (también pasamos por el lugar).
Y otro punto donde se vienen repitiendo este tipo de encuentros que se extienden hasta ya entrada la mañana del día siguiente se está dando en la zona de la Ruta 45 saliendo de la Avenida 25 de Mayo hacia la Ruta 31. En esas horas de las 6.30 hasta las 8.30 se suceden episodios que colocan en peligro a varios jóvenes que se retiran caminando por la ruta evidenciando que no están en control de su cuerpo y mente por causas que no podemos afirmar porque no nos consta, pero que tendrían que ver con el alcohol u otras bebidas que consumen en exceso y los pone en esa condición. Ni hablar de quienes manejan en ese estado.
Todo esto, repetimos hasta el cansancio, se da de forma notoria y publica, lo que exige una respuesta de las autoridades, sin dejar de destacar para ir finalizando, la inexcusable responsabilidad que les cabe a las familias de cada uno de estos jóvenes que viven todas las madrugadas al filo de protagonizar o ser víctimas de hechos irreparables.
Esperemos que se pueda cerrar este fin de año con tranquilidad y sin este tipo de situaciones para encarar un 2020 con la decisión política de reconocer la problemática y ponerse a trabajar para revertirla.