Y, así como repitió el éxito de convocatoria, también volvió a generar algunas protestas de comerciantes de la ciudad, que se manifiestan abiertamente en desacuerdo con este tipo de eventos.

Según su mirada, y observando la cuestión desde el punto económico, ellos argumentan que el movimiento de dinero que mueve la feria, no genera beneficio alguno a la ciudad.

Esto choca con las expectativas de los vecinos que esperan disfrutar de este tipo de actividades que cambian la monotonía de los fines de semana, en cuanto a sus salidas familiares o con amigos.

Mucho se ha hablado de concretar un acontecimiento similar con producciones gastronómicas locales, pero no ha pasado de expresiones individuales, sin que se vislumbre alguna posibilidad de concretar algo así.

Por lo visto, los vecinos mucho no analizan esta cuestión, pues la concurrencia en cada visita de esta organización itinerante, es muy importante, motivo sin dudas, por el cual regresan con esta periodicidad.

En esta edición, por fuera de lo que es estrictamente gastronómico, hubo alguna participación de emprendedores de la ciudad.

Y los organizadores de la feria, buscando empatizar con la ciudadanía, concretaron algunas acciones comunitarias, como la visita al asilo municipal en el almuerzo del domingo y la recepción a un grupo de jóvenes del Plan Envión que se desarrolla en el CIC.

En consecuencia, los comerciantes que se sientan perjudicados por estos eventos, deberían reunirse y buscar, quizás con el apoyo del Municipio,  generar alternativas similares que provoquen el interés de los vecinos, pues queda demostrado que la visita de esta feria se ha instalado en las preferencias de los rojenses.