Según informó el Semanario de Junín, el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 1, integrado por los jueces Miguel Ángel Villaseca, Karina Piegari y Esteban Melilli, condenó este jueves a José Carlos Varela (40) a la pena de reclusión perpetua.
Fue considerado autor penalmente responsable del “homicidio doblemente calificado con alevosía y criminis causa, abuso sexual calificado con acceso carnal” de Camila Borda (11).
Camila Borda había salido a comprar el pan pero en el camino su vecino la secuestró.https://t.co/qdALHMWhjo
— Que Pasa Salta (@QuePasaSalta) 16 de noviembre de 2018
A las 11.30 del domingo 25 de febrero, Camila fue en bicicleta hasta la despensa Mía, ubicada a la vuelta de su casa y a 50 metros de la entrada de la casaquinta que custodiaba Carlos Varela. Era un trayecto que solía realizar habitualmente para hacer compras.
En el negocio, a Camila la atendió Milagros, una adolescente de 17 años, hija de los dueños. Dejó la bicicleta enfrente y compró un paquete de cigarrillos. Salió de la despensa, agarró la bicicleta y salió para su casa, pero nunca llegó.
“Como Camila no llegaba a la casa, vino una hermana y después la madre, muy nerviosa. Cuando se llenó de policías me enteré de lo que había pasado. Yo no lo creía, por había venido recién, pensé que estaban hablando de gusto en el barrio”, contó la joven.
Rubén Rojo, jefe de Policía de la Región Norte, se trasladó a Junín por el crimen. Afirma que, según su intuición, Varela debe haber engañado a Camila para que entrara a la quinta, y que seguramente tenía planeado cometer el crimen.
Según confiaron fuentes policiales, Camila desapareció a las 11 de la mañana. Rápidamente la situación se viralizó a través de las redes sociales, donde se multiplicaron las voces de alerta en procura de dar con el paradero de la chica.
Aproximadamente a las 15, algunos vecinos reportaron haber visto la bicicleta de la menor en el frente de una vivienda situada en la avenida Arias 1559, una casaquinta con una frondosa arboleda.
Con orden del fiscal de Junín Sergio Terrón, efectivos de la policía distrital ingresaron en la finca. Lo que encontraron dentro fue desolador y conmocionante: Camila estaba dentro de una bañera, en el baño del piso superior de la propiedad. Tenía las manos atadas, la cabeza cubierta por una bolsa y un cable que le rodeaba el cuello.
De inmediato fue detenido el cuidador de la quinta, que estaba con un aspecto sumamente desaliñado y que momentos antes había dicho no saber nada acerca del paradero de la víctima.
Varela no confesó el hecho. Tampoco lo negó. Lo esposaron mientras estaba en su silla, sentado sin hablar. La autopsia determinó que Camila falleció tras una asfixia por sofocación que le provocó un paro cardiorrespiratorio. Determinó, también, que fue violada.