Walter Santalla, un histórico del juego a dos puntas.
El
“doble juego” de muchos oficialismos hacia Sergio Massa en las PASO no fue
patrimonio exclusivo del peronismo: en la Segunda Sección los radicales están
que trinan con Walter Santalla, el mandamás de Ramallo, por haber apostado al
corte de boleta en beneficio del Frente Renovador.
Es
que, acaso previsor ante la posibilidad de una contundente victoria del
massismo, el intendente del Frente Progresista Cívico y Social “hizo la suya” y
se ocupó de alambrar su distrito: llamó a cortar boleta en el plano nacional y
seccional, perjudicando a Margarita Stolbizer y Ricardo Alfonsín, y se aseguró
la victoria de sus concejales.
“Por
lo bajo apostó a Massa”, blanqueó, sin eufemismos, un operador de la Segunda.
Sus correligionarios lo tratan ahora de “traidor”, “chupamedias”,
“acomodaticio”, “obsecuente” y otras yerbas. Es sabido que el radicalismo
digiere peor las traiciones que el peronismo.
Yendo
a los números, sucede que, con esa jugada, Santalla cuidó su quinta pero puso
en serios riesgos la posibilidad de que el FPCyS retenga el tercero de los
diputados de la sección, en este caso Sandra París, de Zárate.
Es
que, si en octubre se dieran los mismos guarismos de las PASO, el Frente
Renovador se quedaría en la Segunda con cuatro diputados, el FpV y el FPCyS con
tres y el partido de Francisco de Narváez con uno. De persistir la jugada
subterránea de Santalla, ese tercer legislador radical podría pasar a ser uno
del “Colorado”.
“Jugó
a lo local y no a lo seccional”, insisten los radicales, indignados. Y
recuerdan que, en Ramallo, Massa duplicó los votos que sacó a nivel seccional y
nacional.
Pero
eso no es todo. Los correligionarios de la Segunda puntean dos hechos más. Por
un lado, Santalla “operó” en el distrito para que en la presentación de la
lista del Frente Renovador no saliera su nombre, pese a haber sido uno de los
organizadores del cónclave. Además, durante esa semana él mismo estuvo
negociando hasta último momento para ser candidato de Massa.
Según
pudo saber NOVA, el frenético sábado del cierre de listas, el mandamás de
Ramallo estuvo en La Plata, junto a su secretario, esperando que lo llamaran
para firmar.
Pero
el llamado nunca llegó. El Frente Renovador cerró con otros sectores en la
Segunda, y Santalla se vio rápidamente afuera. Ese mismo sábado 22 de junio se
comunicó con un intendente del massismo para ver dónde tenía qué estampar su
nombre: nadie le dijo que los candidatos tenían que ir a firmar a Tigre. Santalla estaba en La
Plata.
El
mandamás pasó ese duro trance en la ciudad de las diagonales entre copas. Así
matizó su ansiedad. Más allá del malestar evidente en la Segunda, a nadie le
sorprendió demasiado la estrategia porque Santalla siempre jugó a dos puntas:
en su momento fue K dentro de La Concertación, hoy apostó por el massismo.
Puertas
adentro, sin embargo, Santalla tiene otro conflicto. Entidades ambientalistas
se oponen a que empresas privadas desembarquen en el paraje “El Tonelero”, que
busca ser declarado patrimonio cultural de la Provincia. Pero fuentes locales
aseguran que el intendente se habría garantizado una “cuota” para permitir la
llegada de la inversión privada a zona histórica. Todo hace ebullición en
Ramallo.
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