En nuestra región, la utilización de estos agrotóxicos es intensiva con la presencia del principal distribuidor mundial como lo es Monsanto-Bayer, que ya ha sido condenado en Tribunales Internacionales por ecocidio, entendiendo como tal el daño severo que le causa al medioambiente, llevándolo a su destrucción, alterando los valores de los ecosistemas fundamentales para la supervivencia de todas especies de vida.
Aquí en nuestra ciudad y su zona, desde el punto de vista económico, ha sido fundamental la instalación de esta megaempresa transnacional, para la generación de nuevos empleos, pequeñas industrias y comercios, desde hace varios años a esta parte pero; a esta altura de la evolución de la cuestión ambiental y de la salud de la población, cabe preguntarse si el costo pagado y a pagar, con las pérdidas humanas y la condena al futuro de nuestras generaciones venideras no significa una condena a perpetuidad.
Mientras se confirman los efectos letales que tiene en la humanidad y toda otra manifestación de vida, este producto llamado glifosato, la empresa Monsanto-Bayer, desarrolla actividades en localidades como la nuestra, que implican una intención de lavar sus culpas, con supuestas acciones solidarias, que en realidad buscan ocultar con ayudas y donaciones, las consecuencias fatales que va dejando minuto a minuto.
Una gran responsabilidad le cabe a toda la dirigencia política a nivel local, puesto que cuando están en la oposición se manifiestan críticos de esta actividad, y cuando acceden al poder ejecutivo, se convierten en sus más fieles súbditos, sin advertir que la historia los juzgará como complíces.