Varias notas y hasta editoriales se han escrito ya con un problema que pareciera difícil de resolver para las autoridades municipales y nos referimos a la eterna presencia de los camiones en los barrios haciendo desastres con las calles de tierra. Son estos rodados los principales responsables de perjudicar a miles de vecinos que habitan los barrios. Hasta el momento nadie, desde la esfera oficial, ha pronunciado una sola medida al respecto.
Desde la Secretaría de Seguridad, a cargo del inefable abogado penalista Miguel Núñez, no hay directivas concretas en ese sentido, ya que uno de sus subalternos (como le encanta decir a Núñez) el mecánico Ramón Castro no recorre los barrios buscando que los camioneros retiren sus máquinas hacia una playa de estacionamiento.
Vale recordar que el gobierno anterior arrendó un espacio y lo adaptó a los camiones. Era, en su espíritu, una buena iniciativa que deseaba sacar de la circulación interna a los grandes rodados por varias razones: mantener las calles de tierra en buen estado una vez reparadas, mejorar la visibilidad para los demás rodados que transitan por los barrios y que los niños y ancianos estén más protegidos de las maniobras de estos rodados de gran porte.
Hasta ahora parece esta una situación difícil de resolver para el Municipio, toda vez que no se ha tomado ninguna decisión al respecto o por lo menos no fue comunicada oficialmente. Pero la otra cuestión que es estrictamente controlar pasa por el cuerpo de inspectores municipales. No se han visto a ninguno de ellos recorriendo los barrios llamando la atención de los transportistas. Esta también es una responsabilidad de Núñez, un funcionario carente de ideas, como pasa con casi toda la gestión del intendente Claudio Rossi. A veces una misma piensa si esto es impotencia de parte de las autoridades o es manifiestamente una zona liberada.