LA PLATA, Abril 06.-(Por JOSE PICON) La ola de delitos, asesinatos y linchamientos que cruzan impiadosos por territorio bonaerense, monopolizaron otra vez las inquietudes ciudadanas y dejaron expuestas las heridas lacerantes de una inseguridad que no da tregua.
La Provincia aportó en los últimos días el reiterado escenario de violencia desenfrenada que, con matices, extiende sus redes al resto del país. Un cuadro dramático que sacudió a la administración de Daniel Scioli.
La declaración de emergencia en Seguridad Pública por el término de un año anunciada ayer, fue germinando en las últimas horas en sintonía con la sucesión de delitos graves, los reclamos y las reacciones de la ciudadanía también en algunos casos teñidos de violencia, y la falta de respuestas efectivas desde el Estado a un mal que bien puede haber recrudecido, pero que es tan añejo como, a juzgar por los resultados de las diversas políticas púbicas, complejo de enfrentar con resultados concretos.
La Provincia ha sido durante las dos últimas décadas, un laboratorio de políticas públicas del que emanaron de las más diversas recetas para combatir la inseguridad. Se pasó, por caso, del “garantismo” a la mano dura. Del control civil de la policía, a que los uniformados recobraran poder y atribuciones hasta prácticamente avanzar hacia el autogobierno de la fuerza.
Se declararon emergencias una y otra vez en busca encarrilar el problema. El fracaso fue, en mayor o menor medida, el resultado de las variantes que se ensayaron en las diversas administraciones bonaerenses que ejercieron las diferentes versiones del peronismo. El propio Scioli no estuvo ajeno a esos vaivenes. Su gestión arrancó con una emergencia en Seguridad que heredó del ahora massista Felipe Solá.
Ahora, vuelve sobre esa receta. Apenas asumió restauró la figura del jefe de Policía (ubicó allí durante la gestión del ministro Carlos Stornelli a Daniel Salcedo), para luego, en sintonía, con los embates que le llegaron desde el kirchnerismo, introducir un mayor control de funcionarios políticos sobre el accionar policial ya durante el paso de Ricardo Casal por el fusionado ministerio de Justicia y Seguridad.
Hace seis meses, en plena campaña electoral, volvió a crear el ministerio de Seguridad y colocó al frente a un intendente con fama de duro como Alejandro Granados. Pero los resultados, amén de la distintas reformas judiciales que se introdujeron en la Provincia, siguen lejos de satisfacer las expectativas ciudadanas.
EL ESCENARIO ELECTORAL
Resulta una obviedad decir que Scioli, al realizar una apuesta fuerte en busca de reducir los niveles de inseguridad, no está conforme con los resultados que exhibe su administración en la lucha contra el delito.
Ese reconocimiento no le impidió marcar diferencias con el gobierno nacional que en las últimas horas buscó transferir la responsabilidad a las provincias y a los medios de comunicación.
Scioli, por caso, no se privó de insistir con una serie de leyes que debe tratar el Congreso como la baja de edad de imputabilidad de los menores y la restricción de las excarcelaciones a quienes sean detenidos con armas de fuego, todas iniciativas que generan resistencias en el universo K y que serán presentadas por el delegado sciolista en la Cámara baja, Martín Insaurralde.
Tampoco pareció casual que el Gobernador anticipara que los 600 millones que utilizará para reforzar el equipamiento policial salgan de las utilidades del Banco Provincia, un mensaje que apuntó, quizás, a graficar que los aportes nacionales a su gestión siguen llegando a cuentagotas.
Los anuncios de ayer buscaron, además, mostrar a un mandatario ocupado en el principal tema de preocupación de la gente, en sintonía con el desesperado reclamo de mayor seguridad avalado incluso por las estadísticas oficiales difundidas la última semana por la Procuración de la Suprema Corte y que dan cuenta de que en la Provincia son asesinadas cuatro personas por día.
Fue la forma que encontró el sciolismo para salir, de paso, a competir por la agenda pública con Sergio Massa. El líder del Frente Renovador viene machacando con la problemática de la inseguridad con buenos dividendos: no sólo ganó los últimos comicios legislativos levantando esa bandera, sino que además sigue al tope de la preferencia del electorado según las últimas encuestas conocidas.
Las estadísticas difundidas la última semana por la Procuración de la Suprema Corte dan cuenta de que en la Provincia son asesinadas cuatro personas por día Por eso no resultó casual el convite de Scioli a la oposición a participar de la discusión de políticas de estado en materia del combate del delito, de mezclar y comprometer, en especial al massismo, en el enorme desafío de atemperar la ola de violencia.
Las medidas anunciadas ayer comenzaron a gestarse hace algunos días, en pleno desarrollo del conflicto docente. Algunos movimientos generados durante la última semana -cambios en la cúpula policial y el anuncio de medidas contra los motochorros, por ejemplo-, aparecieron como el anticipo de una decisión más de fondo alumbrada al calor de la inseguridad.
Scioli sabe que su futuro político y sus aspiraciones presidenciales dependen en buena parte de que pueda desinflar el escenario plagado de delito y violencia que mostró su peor cara en las últimas horas. Ayer apostó, entre anuncios y desafíos, un importante caudal de fichas de su capital.(Fuente: EL DIA)