El gigante agroquímico Monsanto sigue en pie de guerra defendiendo su polémico pesticida Roundup, y ahora pone sus esfuerzos en combatir a los investigadores del cáncer que afirman que sus productos son riesgosos para la salud.
Desde que comenzó la revisión del controvertido ingrediente glifosato por parte de la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC), Monsanto ha optado por ejercer presión sobre el gobierno estadounidense para que adopte una postura más amigable con el producto químico, desestimando las advertencias de esta entidad sobre los peligros de su impacto en la salud.
Demandantes y periodistas afirman que Monsanto creó un “laboratorio de guerra” para silenciar y manchar la imagen de periodistas, figuras públicas y científicos que le acusen.
— Luis Suárez (@Luije77) August 22, 2019
Carey Gillam, periodista, escribió el libro White Wash, una explicación de la relación Monsanto-cáncer. pic.twitter.com/ewcVFgbmUw
Incluso hay documentos divulgados por The Intercept, donde se revelan secuencias de correos electrónicos enviados por Monsanto que acreditan las acciones manipuladoras, como por ejemplo instar a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a que aclare la decisión de la IARC, presionando al organismo para socavar su propio descubrimiento.
Otra de las maniobras empleadas por la empresa fue la colocación de anuncios y artículos de opinión en los medios de comunicación de Estados Unidos con contenido a favor del glifosato.
En tanto, hay registros de litigios que revelan que Monsanto estableció vínculos con miembros del Congreso y de agencias gubernamentales, y hasta contrató al equipo de inteligencia corporativa Hakluyt para observar y efectuar consultas a legisladores de Washington. En ese sentido, un asesor político de la Casa Blanca le dijo a Hakluyt que “Monsanto no necesita temer ninguna regulación adicional de esta administración”.
Por otro lado, con el fin de “armarse” frente a los informes desfavorables sobre el pesticida y los riesgos del glifosato, la compañía creó un “centro de fusión” para monitorear a periodistas y activistas (incluso famosos), y planificó una estrategia de difamación de los críticos más “molestos”.
Aunque hay una vasta y continua investigación que certifica los peligros del glifosato para la salud, y múltiples casos que así lo demuestran mediante demandas judiciales con cantidad de pruebas, Roundup sigue siendo legal en Estados Unidos.