La provincia

La tormenta perfecta

Vecinos de Pergamino movilizados por la indignación que produjo el caso Pomar
Vecinos de Pergamino movilizados por la indignación que produjo el caso Pomar

LA PLATA, Diciembre 13.-(Por Marisa Alvarez) Inseguridad extrema, ahora agravada con la corroboración de negligencias e impericias gravísimas en el accionar de la Policía; cambios de ministros que, contra lo previsto, debieron hacerse en medio de tensiones; y serias dudas sobre la suficiencia de fondos para atender los pagos de fin de año, se conjugaron en estos días para colocar la "celebración" de la mitad de mandato de Daniel Scioli bajo el signo de una crisis, de la tormenta perfecta si se prefiere un concepto más metafórico.

 

Hace más de dos meses, en la "mesa chica" de Scioli se comenzó a evaluar cambios en su gabinete, planteados como una renovación del equipo de gobierno de cara a una nueva etapa -la segunda mitad del mandato- y enganchados con el lanzamiento de un "plan quinquenal" que inevitablemente remitiría a un proyecto de reelección. Hasta se pergeñó en esos días de entusiasmo un slogan -"dos más cuatro"- que aludiría a los años que le restan a Scioli del actual mandato más los de un nuevo período como gobernador. Y se comenzó a diseñar cotillón y souvenirs para el "gran acto" de lanzamiento.

 

Pero las semanas se fueron sucediendo sin que apareciera el momento oportuno para la "gran movida". Hubo fechas tentativas frustradas y varios de esos objetivos se fueron cayendo, reduciendo o postergando. Ahora se dice que el plan quinquenal sería presentado el 21, sin consignas, gorros ni vinchas, aunque ya nada es seguro. Y la renovación del gabinete, iniciada en las últimas horas, se pareció más a una explosión en medio de una crisis que a un natural trámite de reorganización para una nueva etapa.

 

Por distintas razones, los dos funcionarios que se fueron el viernes habían decidido ellos mismos sus salidas hace tiempo. El secretario general de la Gobernación, José Scioli, consideraba que carecía de sentido continuar en el cargo, al cabo de sucesivas batallas perdidas en favor de mayor autonomía institucional y política del gobierno provincial -y de su hermano como figura- respecto de la administración nacional y de Néstor Kirchner. Cada vez con más frecuencia, sentía que iban contra sus principios y criterios acciones y actitudes del gobierno al que pertenecía. El ministro de Salud, Claudio, Zin, se sentía acorralado entre una función pública que no resultó lo que él había creído; duras críticas, algunas de sus propios colegas de gabinete, a su gestión; y el estigma de que un ex funcionario suyo fuera detenido por la causa de los remedios truchos.

 

Ambos habían conversado con Scioli sus salidas del gobierno y estaba previsto que se concretaran el próximo 18. Pero en la noche del viernes pasado cumplían funciones cuando el Gobernador anunció sus alejamientos. Hasta media tarde, Scioli había descartado cualquier movimiento en esa jornada. Pero entonces, desde el juzgado de Norberto Oyarbide se dejó trascender que una eventual responsabilidad de Zin también comenzó a ser investigada en la causa de los medicamentos falsos. Y la comunicación de la salida del ministro se convirtió en un asunto crítico y urgente, que arrastró -en el intento de presentar la movida como una meditada y prevista reorganización del gabinete- la brusca salida de José Scioli.

 

Así, la mentada renovación del equipo de gobierno, que iba a pasar por la salida de ministros desgastados o cuestionados y el ingreso de figuras reconocidas o de dirigentes con sustento propio y representatividad política, que aportaran energía y savia nueva para la "segunda etapa" del mandato, quedó reducida, al menos por ahora, al alejamiento intempestivo, sin que estuviera todo listo para los reemplazos, de los dos ministros que eligieron irse.

 

El Gobernador no pudo anunciar, en cambio, en esa noche tensa, el movimiento que más evaluaciones y gestiones le ha consumido en las últimas semanas: el vinculado a la seguridad. Por lo menos dos hombres rechazaron la propuesta de hacerse cargo del ministerio que sigue conduciendo Carlos Stornelli, el ex funcionario Santiago Montoya y el intendente de Ezeiza, Alejandro Granados. Y estaría virtualmente frustrada, además, la única incorporación al gabinete -aún en un lugar distinto de Seguridad- que Scioli reconoció públicamente que estaba buscando: la de Montoya.

 

EL INFIERNO

 

Mientras tanto, la Provincia continúa sumergida en el infierno de la inseguridad. Dos asesinatos (los de una mujer, para robarle el auto, y de un chico de 18 años para sacarle las zapatillas) y una amputación (a un colectivero) en tres días fueron apenas los casos extremos de la avalancha de delitos que agobia a los bonaerenses.

 

Y en ese marco, un accidente vino a desnudar lo que tantas veces se planteó aquí: una ineficacia e ineficiencia sistemáticas del accionar policial que el ministerio de Seguridad ha venido tratando de ocultar con la estrategia de echarles la culpa de todo, ante cada pico de la crisis, a las leyes y a los jueces.

 

El trágico caso de la familia Pomar no sólo puso al descubierto esa ineficacia aún para las tareas más elementales. Peor aún, mostró a la cúpula de la Policía, responsable de sus subalternos, y a los funcionarios de Seguridad, responsables políticos de la fuerza, admitiendo por etapas -luego de que se iban haciendo públicos por la fuerza de ciertas evidencias- los sucesivos eslabones de una cadena escalofriante de trabajos policiales mal hechos o que no se hicieron y se declararon como efectuados, en una mezcla de inoperancia, incapacidad y desidia. El proceso abierto cuando aparecieron el auto y los cuerpos del matrimonio Pomar y sus hijas mostró, en fin, al espíritu corporativo de la Policía en su máxima expresión, en cuyo marco Stornelli sostuvo en un primer momento que era imposible verlos ni desde el aire ni desde la ruta y tardó cinco días en decir que "hubo negligencias" en la búsqueda de la familia. (Fuente: EL DIA)

 

Comentarios