“A la plaza no se va a llorar sino a gritar la injusticia, a mostrar los dientes, a decir: Basta”, comentaba un veterano a una docente emocionada. La sociedad local-relata Semanario de Junín - no es proclive al colectivo y no ese que promete la comuna para recorrer las calles, sino que nos referimos a las manifestaciones que suman almas para ir a favor o en contra de algo, pero “de a muchos”.
Las abuelas decían que “se aprende a la fuerza” y de ese modo es que acá cada vez hay más gente que sale a protestar cuando algo no le gusta, lo demostró el 25 de septiembre pasado y lo hizo una noche de noviembre para repudiar el ataque a una menor a la salida de un boliche bailable.
#Unidad en Junin contra los #Tarifazos! Basta de ajuste! #YoNoLlego pic.twitter.com/v00hGuMZzf
— Pablo Micheli (@MicheliPablo) 31 de enero de 2019
También la plaza se colmó en la noche de este jueves, no tal vez como lo merecería la violencia premeditada con que acomete el gobierno a los ciudadanos, con tarifazos feroces y la carencia de un plan económico apropiado a las necesidades de la mayoría y no a favor de la avaricia de una minoría.
Tal vez se requiera que la abulia por marchar se rompa frente al dolor de quedarse sin empleo, sin medicamentos, sin comida, sin salario, sin ventas, sin educación. Es probable que muchos comiencen a darse cuenta que no se puede esperar todo de los demás y que es una realidad la andanada de quejas en las oficinas de EDEN por parte de quienes no pueden pagar la luz y que el gas no se lo cortan porque hay un juez que prohibió esas acciones, que la nafta es imposible y que la nutrición saludable se convirtió en utopía, mientras los comedores y merenderos barriales se saturan de necesitados.
Quizás los sectores gremiales hayan comenzado a respetar a sus bases y den el ejemplo de encolumnarse en un mismo sentido y lugar. Fueron ellos –mancomunados- los que leyeron un comunicado donde se comprendió que Junín dice ¡Basta! a un montón de signos negativos de la economía social, lo cual ha calado en una profunda angustia que se palpa cuando nace la empatía.
Es inflación, es precarización, falta de esperanza, futuro incierto, angustia y depresión. La plaza sirvió para mostrar a otros quién vale y quién no y dentro de esa ecuación el apellido Petrecca demostró que casi no puede ser nombrado sin que estallen los silbidos y la bronca acumulada que tras los gritos parece apaciguarse, hasta que vuelve el recuerdo de una gestión que no gestiona y un despilfarro que se nota luego en el incremento de tasas que irán a parar quién sabe dónde pero nunca hacia dónde se dijo que irían.
Casi un calco preocupante de que lo viene aconteciendo a nivel nacional, con esta alianza que se sostiene por la audacia de un discurso propio de psicópatas. Representantes y trabajadores de 40 gremios a nivel local, organizaciones política, sociales y jubilados se juraron seguir adelante con la lucha para evitar el saqueo, la sumisión y entrega de recursos naturales y humanos del país a las empresas e intereses extranjeros, mientras a sus espaldas el General San Martín montado en su caballo nos recordaba una de sus frases que permite aún tener esperanzas y saber que no todo está perdido: "Hace más ruido un hombre gritando que cien mil que están callados".