LA PLATA, Junio 28.-( Por JOSE PICON) El cierre de listas para las Primarias de agosto había dejado instalada una sospecha en el oficialismo: que buena parte de los intendentes se involucraría activamente en apuntalar a la fórmula que para la Gobernación encabeza Julián Domínguez.
Con el correr de los días, esa conjetura ya se verifica en los hechos. Y ese abigarrado alineamiento comenzó a generar cortocircuitos con la alternativa al jefe de la Cámara de Diputados de la Nación que lidera Aníbal Fernández.
Despunta así una pelea que arrancó con alta dosis de energía. Cruces, acusaciones y desmentidas ya forman parte de la escena cotidiana de la disputa que libran en todos los terrenos los precandidatos del Frente para la Victoria.
CUESTIONES DE FONDO
Nada es casual. Por el contrario, existen motivos de fondo que explican el comportamiento de numerosos alcaldes. No habría que detenerse tanto en la propia figura del jefe de Gabinete nacional como elemento disparador de este scrum territorial, sino más bien en el nombre de su compañero de fórmula: el ex jefe comunal de Morón, Martín Sabbatella.
Sabbatella emergió en la política bonaerense con la bandera de combatir los vicios de una actividad que en el Conurbano suele exhibir sus peores caras. Fue uno de los impulsores centrales de la destitución del intendente Juan Carlos Rousselot y llegó a la Intendencia con esa impronta de lo nuevo. Una antítesis de lo que exponían, a su juicio, los históricos caudillos peronistas del Gran Buenos Aires.
Buscó, como representante de “lo nuevo” exhibirse como la otra cara de la moneda de la política bonaerense. Y desde esa plataforma no ahorró críticas y desplantes a líderes territoriales como Hugo Curto (Tres de Febrero) o Raúl Othacehé (Merlo).
Con el correr de los años y la aparición del kirchnerismo como dominador de la escena política, Sabbatella quedó bajo el mismo paraguas que sus adversarios. Sin embargo, siguió, con el auspicio de sectores K que veían en esas movidas la chances de deshacerse de algunos de estos caciques, marcando diferencias con críticas y acciones políticas fuertes.
La listas colectoras que auspició en varias comunas para enfrentar a los intendentes del PJ, fueron uno de los eslabones más notorios.
Las sufrieron, entre otros, Othacehé, Alberto Descalzo (Ituzaingó) y Julio Pereyra (Florencio Varela). Algunos incluso mordieron el polvo de la derrota por la división del voto oficialista que generaron esas propuesta del sabbatellismo.
TODOS CONTRA UNO
La aparición de Sabbatella como ladero de Aníbal Fernández disparó la reacción de buena parte de los intendentes del Conurbano. El reflejo, casi instantáneo, hizo que algunos dejaran para saldar en otra ocasión algunas cuentas pendientes que mantienen con Espinoza.
Aníbal, viejo zorro de la política, intuyó que ese abroquelamiento pudiera acaso terminar debilitando la ventaja que la mayoría de las encuestas le adjudican sobre Domínguez. Un sondeo realizado por una empresa que trabaja para el oficialismo lo ubica, por ejemplo, casi 10 puntos por encima de su adversario: 25,4% a 16,1%.
Por eso salió a denunciar algunos supuestos trabajos sucios que podrían estar fraguándose en laboratorios del Conurbano: el viejo truco de ocultar o destruir boletas en los centros de votación, entre este caso las del jefe de Gabinete, para favorecer la candidatura de Domínguez.
Cataratas de desmentidas, rechazos y pedidos de aclaraciones surcaron el cielo del oficialismo. A coro, los intendentes “dominguistas” buscaron disipar los rumores que les achacaban esas malas artes electorales.
La cuestión tiene otras aristas interesantes. Y remite a la logística del día de la elección, aspecto sobre el que alertó Aníbal con su acusación. En la Provincia se estima que se necesitan cerca de 35 mil fiscales para realizar un control minucioso del comicio y evitar que por los amañados pliegues de la elección se escurran votos ganados por derecha. Domínguez correría hoy con la ventaja de contar con el ejército de contralor que pueden aportar los alcaldes.
GOBIERNO Y LEGISLATURA
El cierre de listas dejó otros aspectos en clave política. El más fuerte, la decisión de la Casa Rosada de que La Cámpora avance sobre el control de la Legislatura cuando en diciembre se produzca el recambio de autoridades.
Si el resultado electoral le sonríe al Frente para la Victoria, la mayoría de los diputados y senadores que ingresarán se referencia con la agrupación que lidera Máximo Kirchner.
En ese reparto, los intendentes tuvieron poco y nada. Apenas unos candidatos sueltos en medio del aluvión de camporistas de distintos sectores internos.
El propio Domínguez sólo pudo colar un diputado por la Cuarta sección. Y su compañero Espinoza, también debió conformarse con un casillero. Al sciolismo no le fue mejor y sufrió la barrida: dos representantes con banca asegurada y otros dos en lugares bien relegados.
En el armado bonaerense se repitió, apenas con matices, el cierre nacional: una lista de diputados nacionales por la Provincia con avanzada pureza K.
Sin manejo posible en la futura Legislatura, los intendentes apuestan por partida doble: garantizar sus distritos y empujar a Domínguez. Acaso encuentren allí la influencia que fueron perdiendo en el Parlamento bonaerense de la mano de la cuota de poder que aquilató La Cámpora en los últimos recambios.
BRIOS MASSISTAS
Donde se respiró mejor clima en los últimos días fue en el massismo, donde se manejaban algunos números alentadores en la Provincia. Datos de sondeos propios y ajenos indicaban que la caída sostenida de Massa de los últimos tiempos se habría detenido, en sintonía con un supuesto freno (algunos indicaban una leve caída) en la ponderación de Mauricio Macri.
Ese vaivén en el voto opositor incluso, según esas encuestas, ubicaban en carrera a Felipe Solá, el candidato a gobernador del espacio UNA. El mismo sondeo que le adjudica a Aníbal Fernández un 25%, otorga al ex mandatario provincial un 20%. Un 23%, en tanto, se llevaría la candidata de Cambiemos, María Eugenia Vidal.(Fuente: EL DIA)