Mientras la actividad de la ciudad prosigue su marcha, en el basural hay otra vida. “A la tarde vamos al shopping”, cuenta Marcos, un jovencito que acude junto a su familia y amigos al predio que la Municipalidad tiene sobre Ruta 31 y donde dispone los residuos urbanos del distrito.
Es un paisaje lleno de basura, porquerías, chatarra, vidrios, cartones y bolsitas de nylon. A esa naturaleza muerta, se le suma el aporte del ser humano. Hay familias enteras que viven del trabajo que realizan en el basural. “Yo gano cerca de mil pesos por semana con este laburito”, dice Juan, quien pidió no ser fotografiado.
Juan vende cartones, vidrios, aluminio y todo lo que se pueda rescatar para ser reciclado. “Venimos con mi familia y vivimos de acá… no comemos acá, pero sé de gente que sí lo hace”, dijo lamentándose.
Es una tarde “normal” según Marcos. “Vos tenés que ver cuando hay viento… los campos de al lado se ponen blancos por las bolsitas sueltas. Esta vida es así: te criás entre la basura, te acostumbrás y luego pasa a ser parte de uno. Nosotros, con un amigo le decimos ‘ir al shopping’ y con eso decimos que venimos al basural a rebuscárnosla”.
Su carita parece llena de esperanzas hasta que de pronto irrumpe un ratón y el cartonero empieza a tirarle con lo que encuentra para que se aleje.
Cierto es también que solucionar el basural a cielo abierto fue una de las promesas del Frente para la Victoria, bajo la intendencia de ‘Chano’ Aloé como pretexto para instalar un depósito final de residuos sólidos urbanos de la CEAMSE en el año 2005. Luego, durante la gestión vecinalista se hizo un anuncio para querer terminar con ese problema que se transforma en un foco infeccioso altamente nocivo para quienes deambulan por el predio, instalando una planta de reciclaje en el predio del viejo basural.
Basta destacar que allí concurren, además de los empleados municipales para descargar la basura del distrito, familias enteras en busca de oportunidades de ganarse unos pesos para sobrevivir. También hay perros y ese es un grave problema porque los animales son transmisores de enfermedades. De más está decir que cuando cae la noche, innumerable cantidad de ratones y lauchas pululan entre la basura.
El medio ambiente es la materia pendiente de este Gobierno (además de Seguridad, Producción, Trabajo, Salud, Red Vial y Cultura).
No son los mejores tiempos del alcalde Claudio Rossi y su administración. A eso hay que sumarle el aumento desmedido de las tasas municipales y el gesto de ampliar la planta de funcionarios que nos sale bastante cara, como el sueldo del propio intendente. Mientras tanto, el basural sigue ahí, acumulando basura, alimañas y enfermedades.