¿Estamos frente a un asesino benefactor que intenta lavar su conciencia con acciones de caridad?

Pareciera que aquí ya nos hemos entregado, permitiendo que sus actividades se expandan cada día más, generando una dependencia de su poder económico que ya no podremos detener sin causar un quebranto en el movimiento de nuestros comercios.

Y lamentablemente se va formando un círculo vicioso de hipocresía con las autoridades políticas de turno que, cuando están fuera del poder, critican a esta empresa, y al asumir cargos públicos se convierten por arte de “magia” en su más fervientes admiradores por lo bien que se comportan en las comunidades donde ejercen este negocio que, indudablemente mata todo lo que toca, no sólo las malezas.

Se trata en verdad de una cuestión que ya deberíamos estar discutiendo, no por nosotros, sino por la calidad de vida de las generaciones que continuarán habitando el territorio que le dejemos.