En el año 1983 creía en Dios, en mí, en la vida y en la humanidad.
Confiaba en que podía cambiar el mundo y el mundo jamás me haría cambiar.
En ese entonces, forraba mis carpetas con entradas de recitales, fotos de guitarristas y tenía pegado en mi cuarto un afiche que decía "R.A. Con la Democracia se come".
Años después, me emocioné cuando los juicios a las juntas y cuando ese R.A. del afiche de mi cuarto no se dejaba patotear por los curas y no tenía empacho en reprender a Ronald Reagan en los jardines de la Casa Blanca y se plantaba frente a los de la Sociedad Rural que lo chiflaban.
Hoy a más de 27 años de haber sucedido eso entendí que tal vez no se podrá cambiar el mundo, pero sí puedo cambiar "mi pequeño mundo".
Al respecto hace unos días me encontré con algunas viejas fotos de aquella época y mirando el afiche que citaba al principio volvió a movilizarme esa frase que me llevo a comprometer en política: "R.A. Con la Democracia se come".
Creo que esa es la gran deuda de la Democracia, lograr que nadie pase hambre en Argentina.
Hace poco hablaba con un amigo que es médico del Hospital de Rojas respecto a la llegada de la época invernal y los estados gripales y él me decía que lo más preocupante son los pibes, vos los internás , los curás, se alimentan bien durante el tiempo que están en el hospital pero después vuelven a la casa, pasan hambre , frío, y a la otra semana los tenés de vuelta en la guardia.
Me pasa también cuando uno recorre los barrios de la ciudad o vienen al Bloque de Concejales y te encontrás cara a cara con situaciones que son realmente desesperantes y uno se siente impotente por no tener forma de arreglar semejantes problemas.
A lo sumo podrás arreglar el problema de una familia, pero como bien se sabe lo individual no arregla lo social.
Los otros días miraba la TV y veía a Juan Carr, titular de Red Solidaria y decía que debemos trabajar para que en "la Argentina se llegue al hambre cero".
Nunca en la historia del país pasó lo que pasa hoy, hay 330 mil familias que tienen hambre pero producimos comida para 40 millones.
Y con el Hambre Cero me vino a la cabeza el ex Presidente de Brasil, Lula, y también Raúl Alfonsín con su Plan Alimentario Nacional.
Creo que en estos momentos que se acercan las elecciones un tema fundamental en la agenda del país debe ser trabajar entre todos en un programa de Hambre Cero, para que como decía Raúl con la Democracia se Coma.
Creo que esa es la tarea política verdadera, de la militancia, del comité de las unidades básicas. Los verdaderos líderes deben conocer al pueblo y conocer sus necesidades.
Saber que las personas comunes no salen en Tinelli diciendo alica, alicate o bailando Reggaeton o preguntando ¿Qué te pasa Clarín estás nervioso?
Deben conocer que esa gente se levanta temprano trabajan mucho y cobran poco, cada tanto pasan hambre y tienen que madrugar aún más para pedir un turno en el hospital.
Que los hijos deben penar para tener zapatillas nuevas y que el frío no es un buen amigo.
Que las vacaciones son un lujo al alcance de unos pocos y que la escuela para muchos más que un espacio donde educarse sirve para recibir la única comida del día.
Si no sos parte del pueblo, no podes entrar en él.
No hablás su idioma aunque conozcas su lengua.
Sin dudas andamos necesitando de líderes que se paren frente a la gente y digan "con la Democracia se come y se educa"
Que desde la tribuna en un acto le griten al país que sin libertades, convivencia pacífica y diálogo entre distintos, no hay posibilidad de concretar la verdadera justicia social. Y que a esta Democracia renga, hay que convertirla en una Democracia plena, donde en efecto todos puedan comer, vestirse y educarse.
Seguramente si aparece alguien así serán muchos los pibes que como yo en aquella primavera del 83 tengan ganas de cambiar al mundo sintiendo la necesidad de participar en esa cruzada
Este jueves 31 de marzo se cumplen dos años de que partiste y no sabés la falta que hacés, yo te quería recordar de esta forma diciéndote gracias Raúl por haber predicado con el ejemplo, tus valores y su legado, perdurarán por siempre en miles de jóvenes que pudimos, gracias a vos -y a muchos otros que entregaron hasta sus vidas - nacer y crecer en libertad. Y en miles de adultos que caminaron a tu lado en el difícil camino de la consolidación democrática.
Marcelo Daniel Suárez