Se cumplen 93 años de la Reforma Universitaria Argentina, podemos decir que fue el movimiento juvenil más grande de Argentina, y por qué no, de América Latina que tuvo una gran incidencia en el “Mayo Francés” de 1968, donde por primera vez dejamos de receptar pasivamente los mensajes y valoraciones del viejo mundo y empezamos a emitir nuestro mensaje, nuestra valoración hacia el resto del mundo.
La Reforma Universitaria no salió de otro lado, que de los estudiantes universitarios quienes se atrevieron a pensar una Universidad distinta. Una Universidad que no solo fuera para las altas clases sociales, sino una Universidad abierta al pueblo, crítica y participativa. No podemos dejar de nombrar los ideales y postulados revolucionarios de la reforma: Autonomía Universitaria, Cogobierno Universitario, Ingreso Irrestricto, Asistencia Libre, Cátedra Libre, Cátedras Paralelas, Concursos y periodicidad de Cátedras, Extensión Universitaria, elección de sus propias autoridades. Obviamente, la Universidad previamente a esto era todo lo contrario: los estudiantes no tenían acceso e igual participación en los lugares de decisión, las casas de altos estudios eran controladas por la Iglesia Católica, entre tantos conceptos anacrónicos que había en ella.
Estos jóvenes, como decíamos, soñaron y vieron una Universidad distinta: se puso a la educación de frente a la realidad política y social que vive nuestro país, lugar que no dejaría a pesar de todos los golpes institucionales que vivió la Argentina. De esta manera es que se introduce el concepto de Extensión, haciendo que el conocimiento sea usado para el pueblo; también se generaron nuevas metodologías y formas de estudio poniendo a la Universidad Argentina a la vanguardia.
Alejandro Korn le decía al movimiento estudiantil: “hemos anunciado el advenimiento de una intensa cultura ética y estética, genuinamente argentina, ennoblecida por el anhelo de la justicia social y destinada a superar, sin desmedro para la ciencia, la época intelectualista y utilitaria”, y concluía diciendo “complace ver a la juventud aunque sea por distintos rumbos, buscar la luz de nuevos ideales”.
Al igual que la Ley de Educación 1420, la Reforma de 1918 acabó con el privilegio de las clases dominantes en la educación. La ley 1420 sentó al hijo del rico junto al hijo del pobre, con el mismo guardapolvo blanco y en la misma aula nivelando la educación hacia arriba, en el análisis histórico fue tan revolucionaria en su concepción que gracias a eso duró más de cien años. Lo mismo pasa con la ley de reforma universitaria: el médico o abogado era el hijo de la oligarquía pero con este cambio pasó a ser el hijo de las clases populares, como lo describiera Florencio Sánchez en su novela “M’hijo el doctor” en donde el doctor pudo ser el hijo del colono, el hijo del obrero o pudieron serlo los hijos de familias humildes y postergadas.
Este movimiento juvenil nos deja muchos conceptos que todavía siguen vivos y vigentes en nosotros. Hoy a 93 años de la Reforma Universitaria, la lucha por la libertad y la igualdad de las personas y el futuro de nuestra sociedad son inconcebibles sin educación. Debemos recuperar la tradición de la universidad pública argentina y del ideario de los jóvenes reformistas de 1918. Para esto, resulta prioritario la sanción de un nueva Ley de Educación Superior que derogue los retrocesos sufridos en la década neoliberal menemista, sentando como primordial la universalización de la educación terciaria y universitaria para que de esta manera podamos empezar a caminar por un país con más Igualdad, Libertad y Justicia para todas y todos los argentinos.
Juventud Socialista de Rojas